Martes, 30 de Abril 2024
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Relatos -

La increíble historia de Perrito 3/3

Parte 3/3

Almeria 24h
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La increíble historia de Perrito 3/3


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Al llegar a la casa notó que el olor de su familia prácticamente había desaparecido, era como si se hubieran ido hacía tiempo, ya no estaban allí. Perrito no lo podía saber pero su papá humano había muerto en un accidente y aquella mujer había metido al niño en un internado para quedarse sola en la casa. Un aullido de dolor se elevó hasta el negro cielo nocturno, un llanto que estremeció a todo el barrio y que dio paso a un profundo silencio.

Perrito abandonó lentamente el barrio, sabía que a partir de ese momento su vida sería la del perro callejero. Hambre, frio y sobre todo falta de amor hasta el fin de sus días.

El niño hizo nuevos amigos y gracias a que su padre había puesto su seguro de vida a su nombre no pasó demasiada hambre y pudo seguir estudiando, al cabo de varios años terminó la carrera y por fin pudo salir del internado. Ya era un muchachito, casi un hombre. Al salir por la puerta comprendió que a él no lo esperaba nadie, no le harían ninguna fiesta como a sus compañeros. No tenía nadie con quien compartir la alegría de tener un título. Pensó en irse lejos, incluso abandonar su país, pero antes de hacerlo necesitaba despedirse de sus padres.

Al entrar al cementerio un arañazo gélido se apoderó de su corazón pero continuó caminando. El vigilante del cementerio vio hacia dónde se dirigía y le advirtió – “Hacia donde va esta el Tuerto pero no se preocupe usted que no hace nada” – “¿El Tuerto?” – Preguntó él – “Si, es un perro muy viejo que perdió un ojo hace tiempo. Viene todos los días aquí y se duerme sobre la tumba de una mujer, supongo que la conocería de algo. Nos da pena y lo dejamos estar”.

Al acercarse vio que sobre la tumba de su madre había un viejo perro casi moribundo, muy sucio y lleno de heridas. Sintió un poco de miedo a la vez que mucha pena, no quería molestarlo. Comenzó a hablar a su madre en voz baja para contarle cuanto la echaba de menos. A pesar de intentar hacer el menor ruido posible aquel viejo perro se despertó y giró su cara para mirarlo fijamente a los ojos. No se lo podía creer. Un rasgado grito atravesó su garganta - “Eres tú. Perrito”. Ambos se fundieron en un abrazo interminable, lloraron, se rieron y volvieron a llorar.

Perrito y su hermano humano ya no estaban solos en este mundo y caminaron juntos hacia su barrio. Cada pocos metros se paraban para volver a abrazarse, para sentirse y llorar de alegría. La noticia de su regreso corrió como la pólvora por el barrio y todos los vecinos se asomaban para saludarlos.

Aquella mujer también escuchó el jaleo que se estaba formando en la calle y se asomó para ver qué sucedía. No lo podía creer, estaban allí y se dirigían con paso firme hacia la casa. Desconcertada, entró un segundo a recoger su bolso y salió corriendo como si hubiera visto a dos figuras que habían retornado del infierno. Nunca más se supo de ella.

Perrito por fin tuvo su merecido descanso viviendo junto a su hermano humano y una joven de las que tienen buen corazón, porque a esta, si le gustaban los perros.

Fin


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